lunes, 30 de mayo de 2011

Volviendo a lo básico

En mi anterior post describía una práctica real que encontré en una organización. Lamentablemente, no es un caso aislado. Muchas culturas favorecen comportamientos que se contradicen con el sentido común y con el respeto a los tiempos de los demás.
Estoy convencido de que el cambio comienza por uno mismo. Si nosotros no somos ordenados no podemos pretender que nuestros pares y subordinados lo sean. OK, siempre hay alguna crisis. Pero, justamente, si nos gestionamos adecuadamente, podremos reaccionar adecuadamente.
Empecemos de a poco, con algunas cosas obvias que de tanto serlo rara vez se hacen: gestionar efectivamente las reuniones y el correo electrónico.

Reuniones
Ya sabemos que las reuniones consumen tiempo. Los latinos tenemos tendencia a empezarlas tarde, no seguir la agenda (si es que existe)  y no “cerrarla”.
Como siempre, la tecnología nos puede ayudar. Las herramientas de colaboración organizadas en torno al e-mail nos facilitan el trabajo:
  •  Al convocar una reunión, incluir siempre el objetivo y la agenda. El objetivo debe ser claro e indicar el resultado esperado de la reunión; por ejemplo, en vez de “Discutir alternativas de implementación” quizás sea mejor “Definir la alternativa a emplear”. La agenda debe incluir una lista de los temas, los oradores y los tiempos asignados.
  • Al iniciar la reunión, indicar claramente los roles. Alguien deberá coordinarla, facilitando la participación de todos y acotando las discusiones. Generalmente, es quién la convoca. Además, es necesario que alguien registre los resultados de la reunión. No es bueno que sea el coordinador (no se puede hacer todo).
  • Durante la reunión, mantener el foco. Los latinos tendemos a irnos de tema fácilmente. “OK, comparto tu punto de vista. Pero creo que está fuera del alcance de esta reunión discutirlo. Si te parece, organicemos otra reunión para revisarlo, pero mantengamos el foco en la agenda”. No es fácil de hacer, pero es importante no desviar la cuestión.
  • Después de la reunión, pasar en limpio las notas y enviar la minuta a los asistentes. Si hay un plan de acción acordado, no hay que perder tiempo y asignar las tareas directamente mediante la herramienta de colaboración empleada.

Por supuesto, seguramente habrá reuniones informales en donde habrá un tema pero quizás no haya agenda y mucho menos minuta. Cabría preguntarse en estos casos si realmente hace falta una reunión o si alcanzaría con intercambiar un par de e-mails o compartir un café.

e-mail
El correo electrónico es una herramienta fundamental de trabajo. Lamentablemente, se usa mal. Un colega me comentaba que estaba recibiendo 150 e-mails por día. En una jornada de trabajo normal, este colega  debería leer (y contestar, de ser necesario) casi 19 e-mails por hora. Es imposible.
La sobreabundancia de información es un problema de esta era. Sin embargo, hay algunas estrategias que se pueden aplicar:
  • El conteo de la bandeja de entrada debería ser cero al final del día. Si recibimos algo que debía ser contestado en el día, ya deberíamos haberlo hecho.
  • Si lo que recibimos debe ser contestado y puede esperar, deberíamos dejarlo en una carpeta ad-hoc, “Pendiente de contestar”. 
  • Si lo que recibimos debe ser contestado y no puede esperar, contestarlo en el momento. No hay que darle muchas vueltas al asunto. 
  • Si lo que recibimos no necesita ser contestado pero requiere una lectura cuidadosa, dejarlo en una carpeta llamada “Pendiente de lectura”, o algo por el estilo.
  • Si lo que recibimos es una tarea que nos asignaron, rápidamente generar una tarea en el software de colaboración. Microsoft Outlook, por ejemplo, permite generar una tarea arrastrando un e-mail a la lista de tareas.
  • Si lo que recibimos es delegable, derivarlo o generar una tarea (según el caso).
  •  Si lo que recibimos es un spam, rápidamente bloquear el remitente para que en el futuro no recibamos más e-mails de él. Esto debería reducir la cantidad de correos que tenemos que leer cada día.
  • Todos los días, procurar leer y contestar lo pendiente y actualizar el status de las tareas de nuestra lista.

Por supuesto que habrá muchos que argumentarán que no tienen tiempo para hacer esto…Pero la única manera de tener tiempo para hacer cosas productivas es organizarse. Lamentablemente, nos guste o no, hay que aceptar que en nuestra vida laboral, además de ser creativos, debemos ser ordenados.

Prácticas de gestión "dogbertianas"

El diálogo que sigue es digno de Dogbert. Para quienes no sepan quién es Dogbert, vayan a www.dilbert.com.

Un día estaba tratando de coordinar una reunión con un gerente de tecnología en una empresa “grande”. Usando Microsoft Outlook, constaté su disponibilidad y le agendé una reunión en uno de los huecos que encontré.

Como pasaron los días y no tuve noticias -ni buenas ni malas-  me di una vuelta por el escritorio de su secretaria. Transcribo el diálogo:

-Hola. ¿Cómo te va?
-Muy bien…
-Pasaba por aquí y quería consultarte algo…
-¡Adelante!
-Hace unos días le agendé una reunión para la semana próxima a tu jefe, pero no me la aceptó ni me la rechazó… ¿Sabés algo al respecto?
-Vi tu invitación -tengo acceso a su agenda- pero no me dijo nada.
-Ah, OK. Si lo ves, por favor avisale. Es una reunión muy importante y, si bien hay otros invitados, si él no puede venir deberíamos reagendarla para que pueda asistir.
-OK, yo le aviso. Pero mirá que su antecesor -que estuvo por aquí hasta hace un mes atrás- tenía como práctica no aceptar ni rechazar las invitaciones…
-(Sorpresa y breve pausa) ¿Y cómo hacía para organizarse?
-Él decidía sobre la marcha a qué reuniones iba y a cuáles no…
-(Nuevamente, sorpresa y pausa más larga) Pero así los demás nunca sabían si podían contar con él o no…Además, al no bloquear su agenda seguramente no podía evitar que se le superpusieran invitaciones a reuniones en los mismos horarios…
-(Cara de fastidio) Sí, pero él se movía así.
-(Pausa, más larga que la anterior) Bueno, cada uno se organiza como puede. ¿Vos pensás que tu nuevo jefe se manejará igual?
-No lo sé, hasta ahora no me dijo nada.
-Por lo que veo, no está aceptando ni rechazando las reuniones. Asumo entonces que se va a manejar de la misma manera…
-Sí, supongo que sí.
-OK, entonces te hago una última pregunta…
-Dale.
-¿Podrás pedirle que me confirme si puede o no venir?
- Sí, le pregunto. Pero puede pasar que la acepte y que a último momento no pueda asistir.
-OK, en ese caso la reagendaremos porque necesitamos que él esté sí o sí.
-OK, le comento. Pero no te puedo garantizar que la acepte o la rechace.
-(Nueva pausa y suspiro de resignación) OK, no hay problema. En todo caso, lo llamo hoy a la tarde y le pregunto qué va a hacer.
-Bueno, probá. Hoy seguramente estará toda la tarde reunido…
-(Bufido de cansancio y resignación…) OK, mejor dejá. No te hagas problema. Nos arreglaremos de alguna manera…

La reunión nunca se hizo y el tema quedó sin resolver.  Después de un par de infructuosos intentos para reagendarla, perdí las esperanzas. Evidentemente, había que dejar que el tema a tratar en la reunión se convirtiera en una crisis.
Y, efectivamente, eso fue lo que pasó. Recién allí el tema se trató y se resolvió, pero de la peor forma posible.

martes, 17 de mayo de 2011

Uxor IT, nivel 3

Uxor IT, una empresa a la que tuve el honor de asesorar entre 2008 y 2009, fue evaluada como una organización de nivel de madurez 3 (ML3) de acuerdo al modelo CMMI.
¡Felicitaciones!