lunes, 30 de mayo de 2011

Prácticas de gestión "dogbertianas"

El diálogo que sigue es digno de Dogbert. Para quienes no sepan quién es Dogbert, vayan a www.dilbert.com.

Un día estaba tratando de coordinar una reunión con un gerente de tecnología en una empresa “grande”. Usando Microsoft Outlook, constaté su disponibilidad y le agendé una reunión en uno de los huecos que encontré.

Como pasaron los días y no tuve noticias -ni buenas ni malas-  me di una vuelta por el escritorio de su secretaria. Transcribo el diálogo:

-Hola. ¿Cómo te va?
-Muy bien…
-Pasaba por aquí y quería consultarte algo…
-¡Adelante!
-Hace unos días le agendé una reunión para la semana próxima a tu jefe, pero no me la aceptó ni me la rechazó… ¿Sabés algo al respecto?
-Vi tu invitación -tengo acceso a su agenda- pero no me dijo nada.
-Ah, OK. Si lo ves, por favor avisale. Es una reunión muy importante y, si bien hay otros invitados, si él no puede venir deberíamos reagendarla para que pueda asistir.
-OK, yo le aviso. Pero mirá que su antecesor -que estuvo por aquí hasta hace un mes atrás- tenía como práctica no aceptar ni rechazar las invitaciones…
-(Sorpresa y breve pausa) ¿Y cómo hacía para organizarse?
-Él decidía sobre la marcha a qué reuniones iba y a cuáles no…
-(Nuevamente, sorpresa y pausa más larga) Pero así los demás nunca sabían si podían contar con él o no…Además, al no bloquear su agenda seguramente no podía evitar que se le superpusieran invitaciones a reuniones en los mismos horarios…
-(Cara de fastidio) Sí, pero él se movía así.
-(Pausa, más larga que la anterior) Bueno, cada uno se organiza como puede. ¿Vos pensás que tu nuevo jefe se manejará igual?
-No lo sé, hasta ahora no me dijo nada.
-Por lo que veo, no está aceptando ni rechazando las reuniones. Asumo entonces que se va a manejar de la misma manera…
-Sí, supongo que sí.
-OK, entonces te hago una última pregunta…
-Dale.
-¿Podrás pedirle que me confirme si puede o no venir?
- Sí, le pregunto. Pero puede pasar que la acepte y que a último momento no pueda asistir.
-OK, en ese caso la reagendaremos porque necesitamos que él esté sí o sí.
-OK, le comento. Pero no te puedo garantizar que la acepte o la rechace.
-(Nueva pausa y suspiro de resignación) OK, no hay problema. En todo caso, lo llamo hoy a la tarde y le pregunto qué va a hacer.
-Bueno, probá. Hoy seguramente estará toda la tarde reunido…
-(Bufido de cansancio y resignación…) OK, mejor dejá. No te hagas problema. Nos arreglaremos de alguna manera…

La reunión nunca se hizo y el tema quedó sin resolver.  Después de un par de infructuosos intentos para reagendarla, perdí las esperanzas. Evidentemente, había que dejar que el tema a tratar en la reunión se convirtiera en una crisis.
Y, efectivamente, eso fue lo que pasó. Recién allí el tema se trató y se resolvió, pero de la peor forma posible.